En el noreste de Argentina, en la provincia de Misiones, se encuentra una pequeña ciudad de 35 mil habitantes llamada Bernardo de Yrigoyen. Pero lo que la hace destacar no es solo su tamaño modesto, sino su singularidad geográfica y social: esta ciudad comparte sus límites con Brasil, estableciendo una frontera única donde la división entre ambos países se reduce a una amplia calle adornada con un mini obelisco de piedra.

Bernardo de Yrigoyen se conecta con dos ciudades brasileñas, Dionisio Cerqueira y Barracão, creando así un tejido urbano que trasciende las fronteras políticas. Aunque administrativamente cada ciudad conserva su independencia, en la práctica funcionan como un único conglomerado urbano donde los ciudadanos argentinos y brasileños comparten no solo el espacio físico, sino también sus vidas diarias.

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El flujo constante de personas entre ambos países ha dado lugar a una interesante fusión cultural, manifestada en el surgimiento del “Portuñol” como el idioma predominante en la región. En Bernardo de Yrigoyen, es común escuchar música y consumir noticias tanto de Argentina como de Brasil, reflejando una convivencia transfronteriza única en su tipo.

A pesar de pertenecer a diferentes naciones, estas ciudades vecinas se identifican como territorios compartidos, donde las divisiones son principalmente geográficas y políticas. Incluso, hasta el año 1900, Bernardo de Yrigoyen y Barracão compartían el mismo nombre, subrayando aún más la profunda interconexión histórica y cultural entre estos lugares.