Por Emiliano Ballestero
La cancelación de más de 30 festivales en Argentina para el año 2024, entre ellos eventos de renombre como El Festival de la Chaya en La Rioja, Salamanca en Santiago del Estero, y el Festival del Caldén en Nueva Galia, ha sumido a la escena cultural del país en una profunda desolación.
Estos eventos, arraigados en décadas de tradición, no solo constituyen un patrimonio cultural, sino también un sustento para las comunidades locales, donde más de 500 familias ven peligrar sus fuentes de ingresos.
La crítica situación se origina en la falta de aportes estatales, ya que la nación no ha enviado las coparticipaciones correspondientes a los gobiernos provinciales.
La cadena de consecuencias se extiende hasta los municipios, quienes, sin los fondos necesarios, no pueden financiar los festivales que han sido la columna vertebral de la cultura y la economía regional.
De manera similar, el Festival del Caldén en Nueva Galia, reconocido por su relevancia en la provincia de San Luis, se ve afectado, generando una pérdida cultural y económica significativa.
Sin embargo, en medio de esta crisis, el Festival de la Calle Angosta en Villa Mercedes emerge como un faro de esperanza. A pesar de las dificultades, este festival ha confirmado dos noches de celebración con la participación de talentos locales y provinciales.
La incertidumbre persiste para muchos artistas a nivel nacional, quienes se han visto obligados a cancelar más de 8 shows de la temporada de verano. Mientras tanto, los festivales, que durante más de 30 años han sido pilares culturales, se ven abocados a replantear su formato, optando por modalidades más solidarias en un intento por sobrellevar la crisis.